Que rico es cuando después de tu jornada de trabajo, vuelves a casa hecho polvo y en el trayecto del tren te echas una pequeña siesta, si tienes posibilidad escoges el mejor asiento, sobre todo alguno que esté pegado a la ventanilla para poder recostar la cabeza, y sin importar las miradas de la gente das rienda suelta al placer de dormir unos cuantos minutos, no importa que dentro de nada te tengas que parar con los ojos rojos y un poco asustado por que casi te pasas de la estación en que te toca bajar, sí sí, qué rico es..
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