Cuando me fui a estudiar al tecnológico no sabía a la aventura a la que me adentraba, simplemente recuerdo que tomé la decisión de irme a estudiar a la capital por llevarle la contraria a un profesor que decía que nosotros no valíamos para estudiar en el tecnológico, casi casi decía que éramos unos buenos para nada, no se si en realidad lo creía o simplemente utilizaba sicología inversa, en cualquier caso gran parte de mi grupo terminamos yéndonos al tecnológico, lo cierto es que ni siquiera estaba seguro del sitio al que quería ir, simplemente sabía que quería estudiar algo relacionado con la informática y según lo que decían mis compañeros ese era el mejor sitio para estudiar, creo que terminé eligiéndolo por que la mayoría lo hizo. Lo primero que hice fue ponerme de acuerdo con unos amigos que también se iban a estudiar a Colima, para conseguir un sitio donde vivir, en un principio nos fuimos a vivir cuatro a una casa, David, Fernando, Julián y yo (me invento un nombre pero es que no me acuerdo cual era y se me hace feo ponerle solo una X, pero ya se encargarán de recordarmelo), Fernando había sido mi compañero de clases desde la secundaria, David había sido compañero de la secundaria pero el había estudiado en otro bachillerato, y Julián era amigo de David. Como mi hermana estudiaba ya en Colima, ella me ayudó con los trámites iniciales de preinscripción así que yo no conocí el tecnológico hasta el primer dia de clases. Creo que la primera vez mi padre me llevó hasta mi nueva casa, y después me quedé ahí con mis nuevos compañeros de casa, que aunque nos conocíamos de la escuela era totalmente diferente convivir con ellos. La primer semana fue una mezcla de diferentes emociones, muchos nervios puesto que era la primera vez que dormía fuera de casa, pero también muchas emociones porque además empezabas a disfrutar de la libertad, había una mezcla de diferentes olores en el ambiente, en casa, en las calles, en la escuela, tenías que aprenderte los números de ruta de los microbuses que te llevaban a diferentes sitios. Y tenías que ingeniártelas hasta para comer ya que todo el tiempo había estado acostumbrado a comer lo que me cocinaba mi madre, David lo tenía menos complicado por que su madre le preparaba la comida para toda la semana y el simplemente la recalentaba, el resto tuvimos que aprender las mil y un formas de cocinar un huevo por que ni siquiera eso sabíamos cocinar. Después de la primer semana de emociones y el torrente de información que habíamos acumulado en nuestras pequeñas cabezas cada quien regresó a sus hogares, y todos nos llevábamos la ropa sucia para que nos la lavaran en nuestras casas (así es, éramos unos chamacos que no valíamos nada sin nuestras madres).
Esa primer semana fue muy dura para todos ya que era parte de nuestro proceso de adaptación a nuestra nueva vida, y para uno de mis amigos fue aún más difícil ya que no quiso regresar a clases para la segunda semana, recuerdo que el resto nos preguntábamos que había sido de él y no lo supimos hasta que David nos comentó que había hablado con él y que le había dicho que no pensaba regresar a colima, recordamos entonces que durante la semana que duró, se la pasó diciendo que extrañaba a su familia, que extrañaba a su hermana, pero sobre todo que extrañaba mucho a su perrita.
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